lunes, 5 de mayo de 2014

JULIO MAFUD EL MEJOR POFESOR DE HISTORIA SOCIAL URO 1989

Julio Mafud Murió 1989 El peligro de la indecisión… Las crisis políticas no tienen fin. Ideología, proyectos, discursos, viven sin realidad en una sociedad nueva como es la sociedad del siglo xx. Estas crisis se dan en las sociedades democráticas tanto como en la sociedad comunista. En las dos los cambios han sido tan rápidos y profundos que los partidos políticos han perdido contacto con su propia realidad. En la Argentina, estas crisis están reflejadas en la presencia masiva de los indecisos. En el fondo, la mejor definición de indeciso es decir que, ningún partido de su sociedad lo conforma. Tampoco le interesan las propuestas. El indeciso es aquel que le dice no a los partidos políticos presentes porque no lo conforman ni lo atraen. Ha ocurrido un fenómeno nuevo en el ámbito políticos modernos. Adhesiones a un partido ya no son permanentes, y menos de por vida. El ciudadano radical, o peronista, o de cualquier identificación, no mantiene siempre la misma posición. Solo lo hace un pequeño núcleo. El ciudadano común ha descubierto el voto como arma de castigo y no como forma de adhesión. En muchos casos podrá cambiar de partido y en otras cosas mantenerse indiferente o en posición critica. Esta posición es la que crea el votante indeciso, y la situación puede ser tan definitiva y virulenta que ni lo mimos políticos pueden llegar a creerla. Como ocurrió en las elecciones de 1987.. Frente a esta nueva situación, ¿Qué posición asumen los políticos y sus partidos? Como no pueden tolerar ni digerir esta nueva realidad se refugian en el discurso. El discurso que, sin percibirlo, loa hace soberbios, creando un gran desfasaje entre palabras y hechos y promesas y realidad. En el momento en que comienza a predominar el discurso sobre la realidad aparece, para los ciudadanos, dos realidades o dos países. El país del discurso y el país en que se vive todos lo días. En el trabajo, en el estudio, en la empresa es donde mejor se nota esta separación, porque las esferas laborales, de estudios o de empresas no pueden escapar a la realidad objetiva. Pero si lo pueden hacer los partidos y los políticos. De este modo del congreso pierde el Áurea de las grandes decisiones nacional y deja de funcionar como tal para ser un lugar donde se encuentren solo los bloques y sus presidentes. Frente a toda esta nueva realidad inaceptable ha aparecido el nuevo partido de los indecisos, que más que partido de los indecisos es un partido, un grupo enorme, que descree peligrosamente de la política y de los partidos. Todavía no se tiene conciencia de este hecho espectacular: los ciudadanos se niegan a actuar y a elegir, y con esta actitud denuncian y objetan toda la política en general. Los partidos cada vez han tenido menos conciencia de su responsabilidad histórica: es la única escuela donde se puede educar y elevar al ciudadano políticamente. Si esto no ocurre porque los partidos han olvidado el objeto principal de su origen y solo se dedican a disputas y a juegos electorales intrascendentes, serán los primeros que sufrirán las futuras consecuencias. El escepticismo que domina a la sociedad argentina en la actualidad se debe mucho a los partidos. Tienen como base una falta de creencia, una falta de fe en lo que se creyó y ya no se cree. El ciudadano escéptico se va marginando de su sociedad y de su país, como si la sociedad y el país fueran de otro y no de el. Una de la funciones histórica que han cumplido los partido fue darle un sentido político a la vida del ciudadano. Cuando esto no se cumple, el ciudadano se niega a contactarse con la res política, se distancia, se aleja, y queda disponible para cualquier aventura. El fascismo y el nazismo surgieron en medio de crisis políticas extremas donde los partidos y sus discursos habían sido barrios por lo hechos y las realidades, y ocuparon los vacíos que dejaron los partidos o movimientos de ese tiempo. La política puede ser un arte de lo posible. Pero nunca un arte del discurso y de la palabra. Cuando el discurso y la palabra no hincan sus raíces en la realidad, terminan siendo elementos Per turbantes, aunque inicialmente no sea esa la intención de político y de la política que desarrolla y en la que aun cree.

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