POR MATILDE YADID 1992-10-28 2002-01-21
RAICES:
Que solo estaríamos, sin raíces ¿Acaso el árbol puede vivir sin raíces?. Por un tiempo se mantendría erguido, Luego se le secaría la savia, no daría fruto ni dejaría semillas. Allí terminaría la descendencia. Sin raíces nos sentirnos como hojas en la tormenta volando de un lugar, a otro.
Trate de absorber desde niña la sabiduría de mis mayores, sobre todo de mi madre FARIDA era una narradora nata. Traía consigo milenios que pudo trasmitir a través de sus cuentos.
Los momentos de creación y esparcimiento eran importantes. Estos ocurrían cuando ella terminaba con el trabajo de la casa. Todos colaborábamos en el cuidado del hogar..... Cada uno era responsable de una tarea. Ella decía......... Ayudar era ayúdenos. Escuchar, aprender alimentar el espíritu vale mas que todo lo material. Comer ¡era necesario¡ pero también lo importante era instruirnos.
En las noches nos prometía contarnos, algunas historias: Ya en la cama, sentíamos, veíamos las imágenes. Nos creíamos protagonistas de la narración. Muchas veces nos reíamos y otras llorábamos con la teatralizacion de ROMEO Y FULIETA: nos contaba las vida de SCHREZADE en Las MIL Y UNAS NOCHES
Nos veíamos esperando a MOISES cuando bajaba del MONTE SINAY después de recibir la TORAH
Era tan convicente como narradora que hasta llegábamos a ver de verdad las tablas, luminosa y resplandecientes. Ella emitía, sonidos, voces Cuando Abraham iba a sacrificar a su hijo nos acurrucábamos con miedo y hasta, que no aparecía el cordero no podíamos sonreí, con la historia. Luego nos quedábamos dormidos, esperando el otro dia para seguir con las historias. Con moralejas, aforismo, comparaciones mhaase de la Biblia: nos hablaba noche tras noche de la generosidad, del significado de las manos abiertas de la ostentación de los silencios. Si no tienes dinero. Estira tus pies a la medida del colchón. Si tienes dudas, consulta al más grande y al mas chico y vuelvas a tu pensamiento. La lengua construye y la lengua destruye.
Nuestra educación fue por transmisión oral, No hubo escuela hebrea para nosotros y menos para las mujeres. Pero no faltaba la preparación del Shabat aunque fuera solamente un pan tapado y el vaso de vino puesto sobre la mesa para recibir el descanso sabatino.
En "Rochana" nos vestía de fiesta con lo mejor que podía darnos y nos ponía moños en la cabeza y ¿por qué nó? Un poco de colorote en la mejillas. Un mes antes, la máquina de coser funcionaba día y noche para hacernos los vestidos con las telas que nos regalaban con unos bonos de la fábrica de Teubal. No hablaba del Kipur y el significado de las siete comidas, de las velas prendidas, el ayuno nos hacía sentir que era un día distinto. Nos llevaba a escuchar el Chofar. Era estremecerse hasta las lágrimas luego el Sucot, íbamos al templo para recogerlos confites y bailar en la casita de cañas, ramas y flores. Para Purim, nos regalaban la bolsita de caramelos. Nos enseñaba el Alef Beth y amar la Torah. La casa jasídica (llamaban los vecinos a nuestro hogar). Algunas noches en el patio de las glicinas se juntaban los parientes, los amigos y los inmigrantes para escuchar los relatos de mis padres. Los dos habían nacido en Siria, eran alepinos, mi padre era hijo del gran rabino Josef Yedid. El gran rafino Josef Yedid, mi abuelo, fue a su vez maestro del gran rabino Sefardí Jajam David Sutton. Todavía recuerdo al Jajam de piel blanca y su atuendo muy pulcro de color gris, y larga barba blanca, besarle la mano era como besar aun ángel.
¿Qué puedo decir de mi madre? Evolucionada, moderna, filósofa, pícara... NO soportó ser analfabeta aquí en Argentina ávida de conocimiento, reunió un grupo de mujeres sefardíes y se inscribió en una escuela de adultos que aun funciona en Floresta en la calle Nazca y Páez. Siempre decía; fui reina en mi tierra y no puedo ser burra aquí, comenzó a estudiar y fue abanderada. Ella nos contaba que vestía a las sultanas y era catadora de Tabaco, conocía las alhajas y las suntuosidades de los jeques.
Los musulmanes le respetaban el cachrut, trabajó con ellos y leía la borra de café.
Era una mujer rica en todo sentido. A nosotros no nos dejaba decir que somos pobres, solamente se es rico por dentro. Era una época dura, 7 hijos para alimentar... ¿Cómo se podía sino había que comer? Pero a pesar de las penurias a la hora de la comida era divertida. Ella tocaba el "derbeque" y sus dedos se alargaban y parecían mágicos. Bailen, bailen aquí no hay guerra ni persecuciones, aquí hay buena tierra. Siembren un tacho y pronto tendrán fruto. Bailen... En Siria ya no hay lugar todo es sangre y hambre, por momentos su mirada se alejaba y nos transportaba, nos imaginábamos los lugares y guardábamos en nuestra memoria movimientos, palacios, árabes, beduinos, camellos, guerra, enucos, mujeres con su velos y las caras tapadas, la comunidad judaica unida, todos vivían juntos en casa muy grande. Recuerdo también los diálogos mantenidos con mi padre, la raza amarilla va a invadir el mundo con sus manos me decía ¿Se van a caer al mar de la mano? Respondía yo.
Me costó años entender esa premonición, solo cuando vio el gran desarrollo industrial de Oriente, moderno comprendí que los japoneses y coreanos con la fuerza de su trabajo invadió occidente como lo decía mi padre. Después de las reflexiones y narraciones compartidas llegaba la gallina grande, mi madre, ella decía ahí viene la gallina grande y todos sentados en una esterilla en el suelo, ella cantaba soy la gallina grande y todos ustedes los pollitos, desmenuzaba la comida del rey y nosotros la comíamos y ¿qué tal? Mmm.... mmm ¡¡Riquísima!!
En las noches de frío era común llamar a papá para que nos abrigue, él subía al cuarto, miraba alrededor y sonriente daba vuelta la mesa y nos tapaba con ella, y ahora van a estar calientes y cuando sean grandes van a ser elegantes y van a caminar derecho.
Nos parecía muy divertido estar tapados con la dura mesa de madera y el colchón era de trapo. Nos transmitían amor a pesar de que nuestra ventana no tenía vidrio y soportábamos el frío o el calor sonrientes. Aprendimos a ponerle nombre a las estrellas y cuando la luna alumbraba nuestras caritas hablábamos con ella. La carcajada nuestra hacía que nuestros padres nos den el ultimátum para dormirnos.
Mamá solía decirnos escuchen todo, usen el sexto sentido, miren con los ojos de adentro, con los ojos del alma, traten de taparse un oído para que les quede en el hueso del cerebro. Es la única forma de transmitir a los hijos y nietos y así de generación a generación. Crear raíces... jamás se debe olvidar una cultura, cuando se la niega uno se convierte en un árbol sin fruto. Debemos vivir la tradición para construir un mundo mejor, más feliz, más comprensivo, es la única manera de encontrar y afirmar la identidad, es transmitiendo lo que vivimos, así sea comidas, costumbres, ritos, cábalas, religión.
MIS PADRES YA NO ESTÁN FÍSICAMENTE. ME DEJARON SU RIQUEZA: UN BAÚL LLENO DE TESOROS. MI MADRE DECÍA.
El QUE HEREDA NO MUERE Y ELLOS ESTÁN MÁS VIVOS QUE NUNCA.
Matilde Yadid de Chami
Esto se publicó en varias revistas.Matilde Chami ,su madre ,que fue catadora de tabacos del sultán en Siria , le enseño a cocinar HABLAR EN ARABE LAS MORALEJAEY COSTUMBRES
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domingo, 12 de octubre de 2008
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